Complementos hechos a mano, reseñas de cosas que nos gustan y mucha inspiración para hacerte la vida más feliz. Bienvenid@s

30 junio 2010

Duquesita con la roja!!!!


“La Furia” y “La Roja” es algo que ha calado dentro de la afición española e incluso en los no aficionados como yo, pero aquí estoy apoyando como la primera. No penséis que soy futbolera, no me entero de nada, pero esto de la selección es contagioso y en un arrebato que me dió ayer mientras trabajaba escuchando el partido en la radio, prometí que si ganaba España haría una duquesita Española y aquí la tenéis. El sorteo será esta tarde a las 19.30 p.m, en la página de duquesita del facebook. Quien conteste el primero a una pregunta se la lleva totalmente gratis.

Mucha suerte!!!




23 junio 2010

Duquesita contra el Cáncer.

Hoy llego al blog con una palabra que muchas personas evitan y otras me dicen que mejor decir una enfermedad “fea” o "mala", por supuesto es fea pero tiene nombre y es CANCER.


Quien no se ha tocado alguna vez un bulto e inmediatamente se le ha hecho un nudo en el estómago, “y si…” Yo tuve la suerte de que el diagnóstico fue “tumor benigno” pero, ¿para quién sería el maligno aquel día?

Creo que todos hemos vivido el cáncer de cerca, algunos más de lo que desearíamos pero la vida es así y por más que nos neguemos, solo nos queda afrontarlo con fortaleza y nunca abandonar la lucha. Cuando me llega alguna voz de que el cáncer ha vuelto a llamar a la puerta de alguien cercano, pienso simplemente que empieza la batalla y hay que encabezarla con tesón, ferocidad y bravura, así es como se gana.

Es inevitable recordar a mi abuela Belia, casi mi madre, mi Ita, mi sol. A ella se la llevó el cáncer, apenas sin llamar, de malas maneras, en un corto plazo de tiempo y eso no lo perdono. Pero seguiremos luchando para que otros puedan tener la oportunidad de vivir. Algún día os hablaré de ella y entenderéis por que es un tema personal para mí.


Hace poco le pregunté a mi cuñada Rita, una estupenda bióloga, que si de verdad no se podía hacer nada para erradicarlo, como si fuera una gripe, que si la causa de que no se avance eran intereses de cualquier tipo. Ella me lo explicó con una clase magistral y con toda realidad. Es muy difícil, muchos ya se controlan a tiempo, pero podemos llevar un modo de vida y alimentación que ayude a prevenir el envejecimiento de las células o retardar los efectos. Yo confío en la ciencia, mucho, y sé que llegará ese día en el que sentada en mi mesa, comiendo una dieta mediterránea saludable, el telediario me dará la buena noticia… “un equipo de biólogos ha logrado frenar el cáncer”… y ganaremos la partida.

Desde hace años, intento ayudar, colaborar y entender la enfermedad. Esta vez me gustaría hacerlo de otro modo y aprovechando mi blog. He creado una duquesita con personalidad y que abandera esta lucha, aquí la tenéis, busca una solapa o bolso donde lucirse, será suficiente con una aportación de 20€ a la cuenta de AECC.



Pues ya veis, en este post os invito a poner vuestro granito de arena y en estos tiempos revueltos, echar una mano a esta causa.

09 junio 2010

De Catadau a Florencia.

No sé si será el calor de junio, el aroma fresco de las macetas resguardadas del sol bajo los toldos, lo apetecible de tomar un helado al caer la tarde mientras paseas por calles estrechas… pero algo ocurre en este mes que lleva mi memoria a Florencia.



Ayer, mientras me dirigía a mis clases semanales de inglés, pasé caminando por la plaza de Catadau y ahí estaba, la calle estrecha sin salida con su toldo rayado, bajo él, macetas de colores oprimidas entre sí luchando por un pedacito de sombra. Me encontraba en el centro de la plaza, mirando aquella calle una vez más. Seguramente poca gente se haya parado a contemplarla, y ni siquiera sepan que es lo que miro, pero para mí tiene algo especial. Desconozco las manos que se ocupan de mantener el encanto, el colorido y la frescura de aquella sombra, pero seguramente sea alguien de edad y con cariño por las pequeñas cosas, por que se molesta en tener un rincón bonito, limpio, fresco y con vida en la puerta de casa, como hacían nuestros abuelos.



Fue inmediato el recuerdo de aquellos viajes a Florencia, han sido varias las ocasiones en que he podido disfrutar de su esplendor. La primera vez fue hace unos diez años, nada menos. Ya he olvidado muchos de los detalles de aquel viaje. Iba con una compañera de trabajo, Begoña. Ella se encargó de introducirme en la cultura italiana antes de emprender el viaje. Me pasaba apuntes con las frases que más utilizaríamos y me contaba historias sobre la ciudad. Recuerdo que era un verano muy caluroso, como todos allí. Pero lo que más perdura en mi memoria es la llegada de noche a la ciudad y de inmediato visitarla. La noche era cerrada, caminábamos por una calle estrecha hablando de todo lo que teníamos que hacer y de súbito, salimos a la plaza de San Giovanni, allí estaba su imponente catedral Santa Maria del Fiore, su mármol blanco relucía tanto bajo aquel cielo marino que tuve la sensación de vivir un momento del pasado. Nunca ninguna arquitectura hasta aquel momento me había dejado tanta huella.



En viajes posteriores, que han sido decenas, fui conociendo mejor su arte y tesoros: torres singulares, imponentes plazas, calles y puentes sobre el río Arno, pintores al aire libre que me hipnotizaban y enredaban el tiempo, a los que acababa por comprar su obra, o mercadillos artesanales y coloristas en los que siempre aprovechaba para comprar algún regalo. Me enamoré de aquella ciudad poco a poco. Ahora volvería de nuevo pero de otro modo. Recorrería la Toscana a mi ritmo, con mi familia, sería perfecto en una autocaravana. Visitaría viñedos y culturas antiguas italianas, me empaparía de sus gentes longevas, sin ningún refinamiento. Este es otro de mis sueños y que no dudo cumpliré.






Desde aquel primer viaje del que os hablo, colecciono películas italianas, incluso tengo algún libro que adquirí en aquellos viajes o que me ha regalado una amiga de mi madre. Voy a clases de italiano los sábados, cada vez que puedo veo el canal internacional y reconozco que me resulta muy curiosa su sociedad.




Pues ya veis, solo con visitar la plaza de Catadau, mucho más tranquila que cualquiera de Florencia, con sus abuelillos sentados en las mesas de la terraza del bar Virginia, el Mistral o el Cava, bebiendo un refresco o jugando al dominó, es suficiente para viajar hasta Florencia :-)