Complementos hechos a mano, reseñas de cosas que nos gustan y mucha inspiración para hacerte la vida más feliz. Bienvenid@s

27 mayo 2010

La historia de un sueño.

Estaba descansando en el sofá y Diego ojeando una revista de decoración cuando me dijo… mira!! Tenía delante un apasionante reportaje sobre el modo de vida que anhelo.


Hace años que siento una necesidad vital de vivir aislada de la civilización, con un huerto propio; tomates, cebolletas, lechugas, espinacas… en el que no puede faltar una higuera, algún otro frutal, gallinas, conejos… dejaré las vacas y algún porcino para quien sienta la necesidad más que yo :-) En un entorno así dedicaría mi tiempo a pasear por el campo, la montaña, a pintar, haría mis mermeladas, jabones… y por supuesto las tardes las ocuparía con mis duquesitas, en un taller sin compañía alguna, en soledad y que llenaría con los sonidos de un aparato de radio.




Pensareis en lo rústica que me he vuelto y es cierto, mi corazón, se siente embaucado por pueblos rurales, con vistas espectaculares como Vistabella, Puerto Mingalbo, Atienza… considero que sería un paraíso, un lugar en el que me relajaría y disfrutaría la vida. Hace tiempo que en casa hablamos de llevar un modo de vida así, Vistabella va en primer lugar, un sitio ideal, allí instalaríamos nuestro refugio de descanso. No sé si algún día encontraremos esa casa o finca adecuada. Aún no hemos comenzado la búsqueda. Una casa en ruinas estaría bien o de obra vieja, nos ayudaría a conseguir ese aspecto usado y desgastado, de casa ya vivida, con la calidez que solo el paso del tiempo otorga. La llenaríamos de muebles artesanales, piezas de herencia y hallazgos en anticuarios.



 
Así que ahora, al contrario de lo que desee hace muchos años, busco momentos de fuga y vivir en el campo. Una vez más, os remito a mi herencia gallega. Desde pequeña me han fascinado las mujeres de mi familia, mis tías Manola y Oliva, sobre todo. Cultivaban sus huertos, como un tesoro, patatas, cebollas… tenían un cerdo y recuerdo su matanza. Hacían jabón con aceite usado y manteca de cerdo. También recuerdo el cariño con el que pelaban las patatas en la puerta de casa, charlando con las vecinas. Yo me ofrecía a pelar pero al ver el destrozo que hacía, siempre me sugerían que lo dejara con alguna gracia (como que iba a alimentar mucho a “o porco”). Verlas ir a por “balomada” era fascinante. Hoy en día, cada vez que voy, intento encontrar alguna señora que lleve semejante peso en la cabeza para hacerla presa de mi cámara, pero nunca he tenido suerte. Me temo que esas señoras ya no existirán nunca más. Aunque tengo la suerte de que hace un par de años mi tía Oliva me dio un “mulido” de los muchos que aún conserva. Para quien no lo sepa, es un rulo de tela hecho por ellas, claro está, que se ponían en la cabeza para amortiguar el peso que cargaban en ella. Muy artesanal, cosido con retales, graciosamente, lo que hoy llamamos patchwork.

El trabajo de mis tías en esas labores del hogar o el huerto, me envolvía en magia, era incapaz de ser inmune a ella, era como leer un tratado sobre el oficio, me fascinaba. No hay más que mirarles las manos, ellas demuestran lo sabio de su quehacer, curtidas por el trabajo. Una pena no poder heredar eso, deberíamos llevarlo incluido en el ADN.

Hace poco en un reportaje de T.V una señora de campo decía que su modo de vida siempre había sido de pobres y que ahora la gente lo anhelaba. Ella cultivaba su huerto, hacía quesos y cosía esparto consiguiendo unas cestas artesanales bellísimas. Si a todas estas mujeres les hablásemos de los cultivos transgénicos se echarían las manos a la cabeza.


Así que, por todo lo que os he contado yo también quiero ese modo de vida, quizás algún día se haga realidad :-)


Gracias a todos por visitar mi sueño, espero que no seáis invulnerables a él y encontréis el encanto del que os hablo.

10 mayo 2010

Los anillos de mamá.

Hoy llego al blog con mucho ánimo para mostraros el trabajo de mi mami. Dicen que "de casta le viene al galgo", ¿no es así?

Pues bien, mis padres son artistas, cada uno en lo suyo. Mi padre es un gran dibujante, coge un carboncillo y es increíble lo que puede hacer. O recoge un mueble antigüo y después de dedicarle horas tranquilas al calor de las tertulias de radio, los vuelve a esta época con un don especial. Adora trabajar la madera. A parte de ser mañoso para cualquier cosa que se os ocurra, como el anuncio de la tele yo también diría "mi papá lo arregla todo, todo y todo" :-) 


Y mi madre es una artista a la que se le da bien todo lo que toca; igual te cose un vestido de alta costura, que pinta cerámica de cualquier técnica. También palilla, como buena gallega y hace unos encajes de bolillos preciosos. Compone joyas de swaroski y hace monerías de patchwork, que algún día os mostraré por placer. Como véis es una maravilla :-)


Así es mi familia, ¡¡¡toda una suerte!!!. Quizás por eso a ellos les debo ese sentimiento y afición por el arte y las manualidades, que desde muy pequeña, me ayudaba a pasar el tiempo y con lo que me sentía bien aislándome del mundo… encerrándome en mi habitación, rodeada de mis cosas, cogiendo un cuaderno de hojas y lápices de colores y tumbándome sobre la cama. Ahora escogería esos instantes para crear duquesitas y hacer de ellas princesas de cuentos antigüos… ya sabéis, de “los de antes”.