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18 marzo 2010

Para Claudia.


Hace unos días recibí un correo de Claudia. Ella es amiga de mi madre, más jóven que yo, pero amiga de mi madre... con la que toma café muy a menudo. Me emocionó que me dijera que por las noches cuando se sienta en el sofá, enciende el portátil para ver lo que he escrito en el blog. Le gusta mi trabajo y lo sigue. Para mi es un orgullo y me ayuda a seguir. Al fin y al cabo, esto es un hobbie para mí y me alegra que guste.

Pues para ella recopilo un par de notas que escribí y colgué en facebook. A muchos de mis amigos les gustó y espero que a ella también le haga sentir algo.

Para tí Claudia, que lo disfrutes.


La anciana "das cebolas".
El Domingo, 20 de septiembre de 2009


Estaba distraída cuando la vi. Siempre me ocurre lo mismo, cuando veo a un anciano siento la necesidad de compartir algo con él. Es como si anhelara un alma vieja con la que compartir sabiduría, nostalgia y magia. Siempre pienso; “tendrán tantas historias para contar”.

De esta anciana lo ignoraba todo, pero me pareció muy singular, entrar en su vida sería como entrar en un palacio antiguo. En su dignidad estaba mucha de la seducción que me causaba admirarla. Me la imaginaba en su “hortiña” cultivando sus “cebolas” y hortalizas, con la esperanza de vender algo en el mercado. Para ese día se pondría sus mejores galas, las de ir a misa.

Ordenaba y reordenaba su género para que no pasara desapercibido. Eso me llegaba al alma por que eran tan pocas las personas que se paraban o dejaban su calderilla para la artesanal ristra trenzada de cebollas… Yo creo que la mayoría ni la veían, pasaban de largo. Me daban ganas de alzar la voz y preguntar si nadie veía lo que yo; una mujer trabajadora, ajada por la dura vida del campo que en otras regiones está cedida al hombre. Una mujer por la que merecía la pena perder unos minutos, comprarle unas cebollas y mirarle a los ojos. Si mi vergüenza no se apoderara de mi, hasta me hubiera atrevido a preguntarle: “¿Qué tal señora?” y quizás ella hubiera compartido conmigo una historia. Quizás…

Captar su imagen fue algo reconfortante, algún día ya no quedarán mujeres como ella, pero yo podré recordarla mirando la foto.





De no existir esta historia, mi vida no hubiera sido la misma.
El Lunes, 28 de septiembre de 2009


¿Qué por qué es tan importante Galicia para mí? Fácil, por que mis abuelos me enseñaron a amarla. Allá donde se vaya, en cualquier parte del mundo, se tiene la imagen de los gallegos, como lo que realmente fueron; hombres que entregaron su vida por un futuro más próspero, emigrando a otro país. Para ello, no tuvieron inconveniente en entregar su vida al trabajo. Por tanto, soy nieta de la posguerra y la emigración, lo que hace, que aún a larga distancia, tenga unos valores especiales hacia mis orígenes.
De no existir esta historia, mi vida no hubiera sido la misma. Lo que nos lleva a una segunda historia, la mía. Una niña cualquiera, nacida en Bélgica, de raíces gallegas y salmantinas, que de la mano de sus abuelos pasaba el verano en el pueblo natal de ellos, O Pindo. Allí tenía una familia acogedora y unos amigos de la infancia entrañables. Recuerdo las horas sentadas en el “pitril” viendo pasar coches y la alegría que nos causaba ver una matrícula desconocida. Y otras tantas horas sentadas en la fuente, contando historias o buscando juegos nuevos. Y como no, los ensayos para la fiesta de despedida del verano… con pompones de película americana. Fue una infancia sana, pueril y “de las de antes”.

Todo lo que tengo hoy en día, son buenos recuerdos, me sentía arropada y en los malos momentos que me ha tocado vivir, siempre he buscado el calor de esa tierra para renacer. Esta vez sin ellos, mis adorables abuelos, pero sí con su historia.

De la misma manera amo y disfruto Valencia, la tierra que me ha acogido desde niña, pero a ella la tengo día a día.




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